jueves, 2 de enero de 2003

El mercado político

"No critiques a mi copla, Y apréndela tu también, Que corra de
boca en boca "pa" que el pueblo sepa bien quien lo engaña y
quien lo explota." (El Cabrero-cantaor)

El próximo mes de mayo se celebrarán elecciones locales, estan­do todos convocados para elegir a nuestros representantes en el Ayuntamiento para los próximos 4 años.

Siempre es bueno, llegado este momento, que dediquemos unos instantes para reflexionar sobre la política. En alguna ocasión he defen­dido, el sentido más clásico de la palabra "política", como la preocupa­ción por los problemas de la polis (ciudad), sin embargo, a lo largo de los años, el concepto ha ido cambiando y devaluándose ante los ojos de los ciudadanos: pérdidas de ideologías, cambios de partidos, corrup­ción, ineficacia, etc.

Desde mi punto de vista, participar en política tiene que respon­der a un impulso ético e ideológico. La política debe servir para trans­formar las ciudades de acuerdo con la visión del mundo que cada uno tenga. Lo lógico, por tanto, es que en primer lugar uno tenga unas ideas políticas (ideología) y luego elija el instrumento para llevarlas a la rea­lidad, a la práctica , sea en un partido u otro tipo de organización polí­tica.

Pero desgraciadamente, hoy en determinados ámbitos, la políti­ca funciona como un mercado. Valen las mismas reglas, productos que hay que vender, utilizando las reglas de las marcas.

Así, podemos comprobar en nuestro pueblo, como algunos can­didatos, durante mucho tiempo se han marcado la estrategia de criticar a "los políticos", encabezando Plataformas, aludiendo a su "indepeden­cia" y queriendo desprestigiar a los que pertenecíamos a algún grupo político, por el mero hecho de pertenecer. Manipular al pueblo, ganar su confianza, para después con el mayor descaro y cinismo del mundo presentarse candidato por un partido.

Siempre he defendido que todas las personas somos políticos, porque a todos nos preocupa o nos afecta el medio que nos rodea, algu­nos pertenecemos a grupos políticos, y otros no, pero todos somos polí­ticos, en el sentido más clásico de la palabra. Así, que cada vez que alguien crítica a los políticos por el mero hecho de serlo, me recuerda al franquismo, que no querían a los demás partidos políticos, sino solo al partido del régimen.

Pero escuchar declaraciones "iré de candidato, si el canasto se llena", me parecen impresentables y peligrosas, para ser candidato lo que hay que tener es la cabeza llena de ideas y el corazón lleno de ganas de trabajar. Lo demás es un engaña bobos, querer llenar el canasto con promesas personales o colectivas para ver si alguien decide presentar­se de candidato esconde una falta de ideas tremenda y muestra la ideo­logía del populismo, que es una edeología de derechas pero predemo­crática.

Se hace necesario, advertir que todavía tenemos que avanzar en valores democráticos, así José Luis Aranguren decía: "La democracia no es 'status' en el que pueda un pueblo cómodamente instalarse. Es una conquista ético-política de cada día que solo a través de la autocrítica siempre vigilante puede mantenerse. Es más una aspiración que una posesión".

Estemos todos vigilantes y hagamos que la politica esté regida por principios e ideas y no por intereses ocultos.