martes, 6 de julio de 2004

La responsabilidad compartida

"No hay lucha ni esperanzas solitarias".
(Pablo Neruda)

Como bien se sabe, los diferentes cargos públicos somos elegi­dos por los ciudadanos/as en las distintas elecciones que se celebran. Pero, también es cierto y conocido, que todos pertenecemos a grupos políticos diversos y con ideologías diferenciadas, pues los partidos o formaciones políticas son el instrumento fundamental, con los que nos hemos dotado, para la participación política. Así lo recoge nuestra constitución en su artículo 6 y además, es norma habitual en cualquier democracia.

De todos es conocido el grupo político al que pertenezco y con cuyas siglas me he presentado a las elecciones municipales y he sido elegido Alcalde. Aunque es cierto que en unas elecciones locales, sobre todo en ciudades medianas y pequeñas, se atenúe el voto ideológico y se consideren más las personas, su trayectoria, su comportamiento, sus relaciones con lo vecinos, etc... También es verdad, que cada uno es como es porque tiene una ideología y pertenece a un grupo político. Y que aquel que no es fiel a sus ideas no puede serlo a su pueblo. Yo soy yo y actúo como actúo, en las funciones de Alcalde, porque tengo una ideología determinada y pertenezco a un grupo político concreto.

Mis compañeros de la provincia han decidido nombrarme Coordinador Provincial, responsabilidad que asumo con el ánimo de que mi fuerza política se acerque más a los ciudadanos, sea un instru­mento útil para solucionar los problemas que tenemos en nuestra provincia, etc... Pero, esto no va a influir en que siga trabajando por Conil día a día, con entusiasmo, pensando que mi primer y principal compro­miso es con el Pueblo de Conil. Más bonito que yo lo expresa Pablo Neruda, poeta comprometido, que decía: "Yo escogí el difícil camino de una responsabilidad compartida y antes de reiterar la adoración hacia el individuo como sol central del sistema, preferiría entregar con humildad mi servicio a un considerable ejército que a trechos puede equivocarse, pero camina sin descanso y avanza cada día enfrentándo­se tanto a los anacrónicos recalcitrantes como a los infatuados impa­cientes".