sábado, 3 de enero de 2004

La memoria prohibida

"Cuando se ha visto la sangre, en la soledad no hay río
del olvido." (Rafael Alberti)


Hace poco, el Pleno Municipal acordó establecer una serie de medidas para la recuperación de la memoria histórica y el reconoci­miento institucional y social de las personas desaparecidas durante la Guerra Civil Española en Conil. En nuestro pueblo al parecer 11 perso­nas fueron ejecutadas o asesinadas sin juicio y hechas desaparecer, ocultando sus cuerpos posteriormente en fosas excavadas durante la noche. Con alevosía y nocturnidad pretendían borrar el recuerdo de lo sucedido y la memoria de las personas, para implantar un régimen de miedo y terror. En España 68 años después del Golpe de Estado de Franco y guerra civil provocada por éste, entre cuarenta o cincuenta mil personas siguen enterradas en fosas comunes, sin localizar. En el mes de Diciembre, celebramos también el 25 aniversario de nuestra Cons­titución, y por lo tanto de democracia y libertad. ¿ Porqué después de tantos años hemos acordado recuperar nuestra memoria histórica?. En consonancia con distintas asociaciones e instituciones, creo que por dos razones fundamentales:

La primera para reparar el sufrimiento, el miedo y la incompren­sión de los familiares de las victimas. Durante muchos años de dicta­dura e incluso con democracia, este ha sido un tema tabú, una memo­ria prohibida. Los familiares han sentido el miedo y por lo tanto el silencio impuesto, para poder reclamar los restos de los familiares para rehabilitarlos como personas, dándoles un trato digno y respetuoso.

La segunda para recuperar nuestra memoria, es necesario que este retazo de la historia de nuestro país y de nuestro pueblo sea cono­cido por las generaciones presentes y futuras, sin miedos, sin tapujos, con la más absoluta libertad, para que nunca repitamos los errores del pasado y cerremos esta herida abierta, pendiente de cerrar durante toda la transición democrática.

Decía Shakespeare, que "la memoria es la centinela del cerebro", nos alerta de los peligros, por eso es importante que conozcamos nues­tro pasado tal como verdaderamente ha sido, pero debemos adueñarnos de los recuerdos tal y como pueden relumbrarse en el instante de cual­quier peligro contra la democracia y los derechos humanos.

Después de tantos años no nos debe guiar el rencor, ni el odio hacia los que cometieron esas atrocidades, necesariamente tiene que haber perdón, pero no olvido. Tiene razón nuestro Alberti, no puede haber "río del olvido, sino un mar de memoria".


En Septiembre de 1936, en Conil ejecutaron, asesinaron y des­aparecieron a once jóvenes de nuestro pueblo por defender la Constitución legítima y democrática de aquella época, la Republicana. Posiblemente nunca conozcamos quienes cometieron los crímenes, ni donde están enterrados, quizás, como versaba Benedetti:

Están en algún sitio / nube o tumba
están en algún sitio / estoy seguro
allá en el sur del alma
es posible que hayan extraviado la brújula
y hoy vaguen preguntando, preguntando
donde carajo queda el buen amor
porque vienen del odio.


Pero lo que es seguro, que sesenta y ocho años después un Ayuntamiento Democrático no se olvidó de reconocerlos a ellos y a sus familiares, con la máxima dignidad y respeto.